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DESPIERTA, despierta, vístete tu fortaleza, oh Sión; vístete tu ropa de hermosura, oh Jerusalem, ciudad santa: porque nunca más acontecerá que venga a ti incircunciso ni inmundo.
Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalem; suéltate de las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sión.
Porque así dice el SEÑOR: De balde fuisteis vendidos; por tanto, sin dinero seréis rescata­dos.
Porque así dijo el Señor DIOS: Mi pueblo descendió a Egipto en tiempo pasado, para peregrinar allá; y el Asur lo cautivó sin razón.
Y ahora ¿qué a mí aquí, dice el SEÑOR, ya que mi pueblo sea llevado sin por qué? Y los que en él se enseñorean, lo hacen aullar, dice el SEÑOR, y continuamen­te es blasfemado mi nombre todo el día.
Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día: porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.
¡Cuán hermosos sobre las montañas son los pies de aquel que trae buenas nuevas, del que publica la paz, que trae buenas nuevas de bien, que publica sal­vación, que dice a Sión: Tu Dios reina!
¡Voz de tus atalayas! alzarán la voz, juntamente darán voces de júbilo; porque ojo a ojo verán que el SEÑOR vuelve a traer a Sión.
Cantad alabanzas, alegraos jun­tamente, soledades de Jerusalem: porque el SEÑOR ha consolado su pueblo, a Jerusalem ha redimi­do.
10 El SEÑOR desnudó el brazo de su santidad ante los ojos de todas las naciones; y todos los tér­minos de la tierra verán la salva­ción del Dios nuestro.
11 Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis cosa inmunda; salid de en medio de ella; lim­piaos los que lleváis los vasos del SEÑOR.
12 Porque no saldréis apresura­dos, ni iréis huyendo; porque el SEÑOR irá delante de vosotros, y os congregará el Dios de Israel.
13 He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y ensalzado, y será muy sublima­do.
14 Como se pasmaron de ti muchos, en tanta manera fue desfigurado de los hombres su parecer; y su hermosura más que la de los hijos de los hombres.
15 Empero él rociará muchas naciones: los reyes cerrarán sobre él sus bocas; porque verán lo que nunca les fue contado, y entende­rán lo que jamás habían oído.