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Esto es lo que dice el Señor: ¿Dónde está el certificado de divorcio de tu madre que le di cuando la despedí? ¿A cuál de mis acreedores te vendí? Mira. Fuiste vendido por tus pecados, y tu madre fue despedida por tu maldad. Cuando vine, ¿por qué no había nadie? Cuando llamé, ¿por qué no respondió nadie? ¿Es porque no tengo la fuerza para salvarte, o el poder para rescatarte? ¿No ves que si lo ordeno, el mar se secará? Puedo convertir los ríos en un desierto. Sus peces apestan porque han muerto de sed al no haber agua. Puedo hacer que los cielos se oscurezcan, cubriéndolos de tela de saco como si estuvieran de luto.
El Señor Dios me ha dado la capacidad de enseñar a otros, de saber animar con una palabra a los que están agotados. Él me despierta cada mañana; me ayuda a escuchar como discípulo. El Señor Dios me ha instruido, y no he sido rebelde ni me he apartado. Ofrecí mi espalda para que me golpearan y mis mejillas para que me tiraran de la barba. No escondí mi rostro de sus burlas y escupitajos.
El Señor Dios me ayuda, por lo que no he sido deshonrado. Por eso estoy tan decidido, poniendo mi rostro duro como una piedra, sabiendo que no seré humillado. El que me reivindica está cerca, así que ¿quién va a presentar cargos contra mí? ¡Pongámonos de pie para oponernos unos a otros! ¡Venga el que quiera acusarme! El Señor Dios me defiende. ¿Quién va a declararme culpable? ¡Miren! Los que lo intenten se desharán como la ropa vieja, devorada por las polillas.
10 ¿Quién de ustedes respeta al Señor y obedece lo que dice su siervo? ¿Quién de ustedes camina en las tinieblas y no tiene luz? Que confíen en el Señor y pongan su confianza en Dios. 11 ¡Cuidado con los que encienden el fuego, con los que levantan antorchas! Adelante, caminen a la luz de su propio fuego y de las antorchas que ustedes mismos han encendido. Esto es lo que recibirán de mí: Se irán a acostar en un lugar de sufrimiento.